viernes, 7 de agosto de 2009

Escribo a la muerte de Perséfone

Nueve direcciones hay en el cielo gris de los martes
sin susurros

las lechuzas lo saben y
guardarán celosas todo
rastro de hidromiel en sus holmos de truldán
ante
sirve
suembo
correveidile en un vertiginoso silabeo
no pierdas la noción de los colores taciturnos
y empieza por donde nadie ha vuelto.

Primer paso para la purga de tu alma:
accede a borrarte el nombre, responde a él si te llaman, pero no lo atesores ni lo uses en la intimidad de tu balaustrada de coral.

Segundo paso para la purga de tu alma:
trata con respeto aparente a las personas respetables y con visible desprecio a aquellas a las que se debe despreciar; pero, interiormente, desprecia al respetable y respeta al despreciado, sólo así conseguirás engañar al diablo sordo.

Tercer paso para la purga de tu alma:
nunca pronuncies el nobre de tuprimo.

Cuarto paso para la purga de tu alma:
si ya has cumplido los tres primeros pasos no debes tomarte este muy en serio pues es entre ellos el menos importante; de hecho, yo que tú porcuraría obviarlo como quien no quiere la cosa, estarás más seguro si te apartas de este paso, créeme. Di la verdad sólo cuando sea una verdad velada y no muy instructiva, evita las verdades resplandecientes que no proyectan sombra.


¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?

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