¡Cuántas noches, rendido ante las ondas,
apagando la luz de su cabello,
ve su fin entre espumas, derrotado!
Y el Júpiter marino, sin querello,
del cielo al Goliat sin usar honda,
abate de su trono consagrado;
y después de apartado,
Neptuno victorioso,
de la color celoso
cuyo enemigo de la frente prende
el cielo anega y al dïos ofende
que en las cavernas mora vanidoso,
y la razón no entiende
que vuelve su dominio tenebroso.
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