viernes, 22 de abril de 2011

Jin-Gitaxias, Core Augur

El momento había llegado, el mago acababa de invocar la décima tierra.

Muchas de sus criaturas habían muerto. Eso era bueno. La muerte era algo bueno, las muertes de sus homúnculos le habían reportado nuevos conocimientos, las muertes de los gérmenes que portaban sus armas vivientes eran predecibles.

El momento había llegado, el mago tenía el poder suficiente para lanzar un hechizo que no estaba permitido, un hechizo que había aprendido leyendo en los vientos de los tiempos que aún están por venir.

El agua de los pantanos se volvió transparente y las islas mezclaron el mercurio con el aceite negro phyrexiano. El mago reunió todo su maná y comenzó la invocación de una criatura que nadie antes había invocado. El metal empezó a cobrar forma ante él más rápidamente que en otras invocaciones normales, alcanzando unas proporciones monstruosas. Una extraña sensación de miedo y entusiasmo, admiración sin límites y terror irracional se apoderó del hechicero.

Jin-Gitaxias, Augur del Núcleo se erguía frente a él:

Entonces el mago sintió el poder del Magistrado. Su mente comenzó a expandirse, a desbordarse, esa es la palabra, comprendía cosas y aprendía a una velocidad tal que le era necesario ir olvidando para dar cabida al nuevo conocimiento.

Los ojos del mago desprendían un vapor azul.
La mente de su adversario también había sentido el poder de Jin-Gitaxias, pero en lugar de expandirse... se había quedado totalmente en blanco.

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