No se parece al mero pensamiento
la soledad que mi persona arroja
y de la espada la ferviente hoja
envaina firme con mirar atento.
Pues ha venido a mí discernimiento
de la mermada situación que aloja
en su interior lä amapola roja
pues envenena sin consentimiento.
Es ya no noble, sino mal vestida
la fútil amistad que a vos me une
y que mis cuerdas del clamor emprende.
Sabed que os voy a perdonar la vida
el viento eterno de la edad presume
que la justicia sola lo comprende.
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